Hoy me he quitado la espina de ayer haciendo el deporte que más me gusta, el esquí. Me ha despertado un maravilloso rayo de luz que entraba por un pequeño hueco de la persiana. Cuando he abierto la ventana he visto la maravilla de día que hacia y he levantado al pequeño Lucas, nos hemos cambiado y nos hemos ido a esquiar.
Una vez en pistas, nos hemos pegado unas bajaditas de esas que te desengrasan todo el cuerpo. Aquí os dejo un momento para que veáis que lo que os digo es cierto.
Os dejo también unas fotitos de mi sufrimiento en la carrera de ayer.
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