Ayer no pude hacer nada. Cuando digo nada, es nada de nada. Pasé uno de mis peores días, todo el día tosiendo, malestar y un catarro de esos de recordar. Hoy, sin embargo, me he levantado con tos pero a lo largo del día me he ido encontrando un poco mejor. Así que, al mediodía, después de toda esta semana renqueante, he decidido salir a correr. Nos hemos ido a hacer la ruta de la subida del águila. Para ello nos hemos ido Pedro, Diego y yo dirección al monte de la Pila y lo hemos subido en vertical. Esta vez, Pedro ha ido marcando el paso pero teniendo compasión de Diego y de mi, que estábamos realmente machacados, yo por el catarro y la despedida y Diego por una infección en la rodilla.
La primera subida al monte la Pila ha sido de toma de contacto, mis piernas iban pesadísimas y sentía que no tenía ni aliento. Aún así, hemos coronado y hemos bajado hasta las faldas del monte del águila. Desde ahí, hemos ido rodeando el monte y, poco a poco, íbamos subiendo a nuestro ritmo, muy pausado. Pedro ha subido tirando toda la subida y nosotros a nuestra marcheta tras él. Mis sensaciones, malísimas.
Hemos coronado el pico del águila y, desde allí, todo para abajo por un descenso vertiginoso lleno de piedras y verticales espectaculares. La verdad, es que en este tipo de etapas haces piernas a tope y el corazón no para de latir debido a la tensión que se lleva de forma continuada por la precisión que se debe llevar en las pisadas para no salirse del trazado o torcerte un tobillo. Cuando hemos salido a la zona de caminos, hemos cogido ritmo hasta el Ferrer Sport Center.
Tiempo de carrera:1:30
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